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Tag: tango

“Como los nardos en flor” por Carlos Di Sarli y su Orquesta Típica, 1951.

“Como los nardos en flor” por Carlos Di Sarli y su Orquesta Típica, 1951.

Eduardo Viera

Letrista (23 enero 1881 – 28 abril 1952)

Era una persona dotada de sensibilidad y cultura.

Actuaba en un cargo desempeñado en el Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación.

Alto, elegante, de cabello canoso, constituía el arquetipo del porteño buen mozo, hecho a la dialéctica, la juerga y la broma, padecía de un constante parpadeo que en nada aminoraba su grata personalidad.

Vivía en tren de bohemia elegante, y era afecto a las copas, sin que ello significara embriaguez.

Su primera canción tal vez haya sido “Como los nardos en flor”.

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“El pensamiento” por Juan D’Arienzo y su Orquesta Típica, 1945.

“El pensamiento” por Juan D’Arienzo y su Orquesta Típica, 1945.

José Martínez

Pianista director y compositor (28 enero 1890 – 27 julio 1939)

Sin haber estudiado música, ejecutaba de oído y sin embargo fue muy buen instrumentista y mejor compositor; como no sabía escribirlas, sus creaciones las pasaban al papel otros músicos entre los cuales estaban Eduardo ArolasAugusto BertoAgustín Bardi y Francisco Canaro.

Era un gran intuitivo, que aprendió a tocar el piano mirando cómo tocaban sus amigos.

Inclusive dejó la música en varias oportunidades para trabajar como asalariado en distintas compañías, como Bunge & Born, Dreyfus, y en una escribanía.
 
Su carrera profesional comienza en 1911, con un trio formado con Augusto Berto en bandoneón y Julio Doutry en violín.
Solía inventar la melodía de sus composiciones improvisando durante sus conciertos.
En un momento integró una formación junto a Francisco Canaro, quien le llevó al papel su primera obra “Pura uva”.
 
Una vez que había ganado experiencia, tocando en cafetines de La Boca, fue convocado por Eduardo Arolas para ocupar el lugar dejado vacante nada menos que por Agustín Bardi.
 
En este período, Arolas se encargaría de las transcripción de sus composiciones.

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Historia del Tango – Parte 11: José Martínez. El gran intuitivo.

Historia del Tango – Parte 11: José Martínez. El gran intuitivo.

José Martínez, pianista y compositor de nuestro Tango.

(28 enero 1890 – 27 julio 1939)

Fue un gran pianista y compositor que ha dejado tangos perdurables, en versiones que todavía escuchamos y nos gusta bailar, a pesar de que no sabia escribir música ni la estudió formalmente.

Se lo conocía en el ambiente por el apodo de El Gallego, a lo que él respondía: «Eso es antojadizo, soy porteño. Llevo apellido español pero mis padres, mis abuelos y bisabuelos eran argentinos».

Sin haber estudiado música, ejecutaba de oído y sin embargo fue muy buen instrumentista y mejor compositor; como no sabía escribirlas, sus creaciones las pasaban al papel otros músicos entre los cuales estaban Eduardo ArolasAugusto BertoAgustín Bardi y Francisco Canaro.

Era un gran intuitivo, que aprendió a tocar el piano mirando cómo tocaban sus amigos.

Inclusive dejó la música en varias oportunidades para trabajar como asalariado en distintas compañías, como las cerealeras Bunge & Born, Dreyfus, y en una escribanía.
 
Su carrera profesional comienza en 1911, con un trio formado con Augusto Berto en bandoneón y Julio Doutry en violín.
Solía inventar la melodía de sus composiciones improvisando durante sus conciertos.

En un momento integró una formación junto a Francisco Canaro, quien le llevó al papel su primera obra: “Pura uva”

Poster publicidad de los carnavales en el Teatro Colón de Rosario, 1917.

Una vez que había ganado experiencia, tocando en cafetines de La Boca, fue convocado por Eduardo Arolas para ocupar el lugar dejado vacante nada menos que por Agustín Bardi.
 
En este período, Arolas se encargaría de la transcripción de sus composiciones.
 
En 1917, Francisco Canaro había logrado una gran reputación en el ambiente milonguero, y su orquesta se fusiona con la de Roberto Firpo para actuar en los carnavales de el Teatro Colón de Rosario. 

Músicos como Eduardo Arolas, Osvaldo Fresedo, Bachicha Deambroggio, Tito Roccatagliata, Pedro Polito, Agesilao Ferrazzano, Julio Doutry, Leopoldo Thompson, Alejandro Michetti, integran esa formación. 

Los pianistas son el propio Firpo y José Martínez.   
En 1918 Osvaldo Fresedo, se desvincula de la orquesta de Canaro para formar conjunto propio y tocar en el Casino Pigall. Poco tiempo después el “gallego” Martínez es el que se independiza para formar su propia orquesta que tocará en el cabaret L’Abbaye, de la calle Esmeralda. El propio Canaro confesará tiempo después de aquellos alejamientos que, pensaba, debilitarían mucho a su orquesta:
 
 “Los bandoneonistas eran escasos y recurrí a Minotto Di Cicco, que trabajaba en Montevideo. Y como nada tenía que envidiarle a Fresedo, se impuso al poco tiempo.
El problema vino cuando José Martínez decide formar orquesta propia para debutar con ella en el cabaret L’Abbaye, de la calle Esmeralda. Y esa sí que fue una lamentable baja.

Lo suplanté con Luis Riccardi, pianista de estudios y buena técnica… y me tuve que aguantar las quejas de la muchachada del Royal. Notaban el cambio y echaban de menos el típico compás de Martínez. ¡Me costó un triunfo ir convenciendo a la clientela del cabaret!

Carlos Gardel con un caballo de carreras.

Martínez también se dedicó un tiempo a tocar con varias compañías teatrales de éxito, y en una de ellas, “El Gran Premio Nacional”, estrenaría su hermoso tango “Polvorín”, dedicado a un caballo de carreras, con letra de Manuel Romero, grabado por Gardel en 1922. 

Gardel también le grabaría “De vuelta al bulín”, con letra de Pascual Contursi.

En 1918 formó parte junto a Francisco Canaro, Vicente GrecoRafael Tuegols, Luis TeisseireSamuel Castriota del grupo que se reunía en un sótano de Florida al 300 para dar forma a una organización que defendiera sus derechos y en 1920 integró el primer directorio de la entidad que con el tiempo devendría la actual SADAIC.

A fines de 1928 se retiró de la actividad musical.

Moriría a los 49 años, pero nos dejó una serie de tangos que enriquecen los suelos de las milongas por su belleza. 
Podemos citar algunos que nos son muy familiares: 
“Pablo” Dedicado a Pablo Podestá.

Por Anibal Troilo y su Orquesta Típica, 1943.

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“Canaro” Dedicado a Francisco Canaro.

Por Juan D’Arienzo y su Orquesta Típica, 1941.

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“El pensamiento”

Por Juan D’Arienzo y su Orquesta Típica, 1945.

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“Punto y coma”

Por Osvaldo Pugliese y su Orquesta Típica, 1948.

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“El cencerro”

Por Juan D’Arienzo y su Orquesta Típica, 1937.

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“La torcasita”

Por Carlos Di Sarli y su Orquesta Típica, 1941.

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“Olivero”

Por Osvaldo Pugliese y su Orquesta Típica, 1951.

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“Danza maligna” por Enrique Rodríguez y su Orquesta Típica, canta Armando Moreno; 1940.

“Danza maligna” por Enrique Rodríguez y su Orquesta Típica, canta Armando Moreno; 1940.

Música: Fernando Randle. Letra: Claudio Frollo.

“Se arrastran los compases compadrones
del tango que se encoge, que se estira…
Su música doliente pareciera
sentir que una amenaza se aproxima.
Viviremos los dos el cuarto de hora
de la danza nostálgica y maligna.
Escuchemos latir los corazones
bajo el numen de Venus Afrodita.

Placer de dioses, baile perverso,
el Tango es rito y es religión;
orquestas criollas son sus altares
y el sacerdote, su bandoneón.

Quiero sentirme aprisionado
como en la cárcel de mi dolor,
guarda silencio, mitad de mi alma
que hay un secreto entre los dos.

Se arrastran los compases compadrones
del tango que se adueña de las fibras.
El juego de tus rulos en mis sienes
será la extremaunción de mi agonía.
Te invito a penetrar en este templo
donde todo el amor lo purifica.
¡Viviremos los dos el cuarto de hora
de la danza nostálgica y maligna!”

English translation

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“Lejos de Buenos Aires” por Anibal Troilo y su Orquesta Típica, canta Francisco Fiorentino; 1942.

“Lejos de Buenos Aires” por Anibal Troilo y su Orquesta Típica, canta Francisco Fiorentino; 1942.

Oscar Rubens, letrista de nuestro tango.

Oscar Rubens

Letrista y compositor (18 enero 1914 – 6 octubre 1984)

Oscar fue un letrista prototípico de la década del ’40, con sus letras tristes, de amores cargados de romanticismo, sin contradicciones ni complejidades psicológicas.

Siempre apeló al toque poético, pero sin trascender al letrista: sus versos, oídos de labios del cantor, llegan eficazmente amalgamados con la música.

Entre su obra se destaca “Lejos de Buenos Aires”, en el que Rubens se vuelca a la exaltación evocativa de la ciudad, lo que es todo un desvío en su temática.

Varios de los Rubistein porteños nacieron en la humilde casa familiar de la calle Catamarca 945, donde el padre ejercía su oficio de remendón y la familia se hacinaba en dos cuartos. Mauricio y Elías solían salir de chicos a vender betún y cordones por la Avenida de Mayo o por Boedo.

En cafés como el Dante, de Independencia y Boedo, luego de que Elías cantara unos tangos, los parroquianos le compraban todo, o incluso le daban el dinero sin aceptar la mercancía.

En casa la madre esperaba por la noche ávidamente el regreso de los dos niños porque por épocas la familia dependía de esos pesos para comer al día siguiente. 

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