Era una persona dotada de sensibilidad y cultura.
Actuaba en un cargo desempeñado en el Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación.
Alto, elegante, de cabello canoso, constituía el arquetipo del porteño buen mozo, hecho a la dialéctica, la juerga y la broma, padecía de un constante parpadeo que en nada aminoraba su grata personalidad.
Vivía en tren de bohemia elegante, y era afecto a las copas, sin que ello significara embriaguez.
Su primera canción tal vez haya sido “Como los nardos en flor”.