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Tag: historia del tango

“Vieja luna” por Carlos Di Sarli y su Orquesta Típica, canta Jorge Durán; 1945.

“Vieja luna” por Carlos Di Sarli y su Orquesta Típica, canta Jorge Durán; 1945.

Celedonio Flores, letrista y poeta, con Carlos Gardel.

Celedonio Flores

Poeta y letrista (3 agosto 1896 – 28 julio 1947)

Cuando en un reportaje le preguntaron como creaba sus éxitos, respondió:

“Busco un pedazo de vida, la vivo intensamente en mi interior, la tomo en serio y despacito, y con cuidado, y voy haciendo el verso.”

Y luego agregó: “Como he vivido un poco, como he dado muchas vueltas, como conozco el ambiente canalla, tengo la pretensión de vivir mil personajes. No soy de los que creen que el tango cómico sea la expresión de lo que siente el pueblo; sabemos todos que el tango es triste, como toda la música de nuestra tierra”.

Entre sus creaciones podemos mencionar “Muchacho”, “El bulín de la calle Ayacucho”, “Corrientes y Esmeralda”, “Atenti pebeta”, y el tango que les compartimos hoy, “Vieja luna”, por la orquesta de Carlos Di Sarli.

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“El encopao” por Anibal Troilo y su orquesta Típica, canta Francisco Fiorentino; 1942.

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Enrique Dizeo

Letrista (26 julio 1893 – 6 mayo 1980)

Su inclinación por la poesía popular, a la que accedió más por instinto, sensibilidad y una natural y despierta inteligencia, tuvo sus primeras manifestaciones en un centro con veleidades artísticas: Los hermanos Fachabruta, conjunto carnavalesco donde dio a conocer sus primeros garabatos rimados. Y fue precisamente a través de ese conjunto que vio la luz su primer tango, el que alcanzó cierta notoriedad: “Romántico bulincito”, con música de Augusto Gentile. De ahí en más, salvo algún esporádico empleo, su pasión y su profesión fue el Tango.

Alcanzó a dominar un lenguaje que tiene estrecha relación con el lunfardo, en donde también lo ciudadano se confunde con lo arrabalero en armónica aleación, para ofrecer pinturas y expresiones de auténtico carácter porteño.

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“Dice un refrán” por Ángel D’Agostino y su Orquesta Típica, canta Ángel Vargas; 1942.

“Dice un refrán” por Ángel D’Agostino y su Orquesta Típica, canta Ángel Vargas; 1942.

Enrique Cadícamo tocando el piano, con su esposa, Nelly. Foto blanco y negro.

Enrique Domingo Cadícamo

(15 de julio de 1900 – 3 de diciembre de 1999)

Fue poeta, compositor y escritor, autor de más de 800 temas.

El primer tango que escribió fue Pompas de jabón” y fue el primero de los que le grabó Carlos Gardel. También fue el autor de Madame Ivonne”, “Muñeca brava”, “Pa’ que bailen los muchachos”, y “Los mareados”.

Hoy compartimos con ustedes “Dice un refrán”, con música de Ángel D’Agostino.

Continuar leyendo sobre Enrique Cadícamo en wikipedia.org

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Historia del Tango – Parte 8: Roberto Firpo y la aceptación del piano en la Orquesta Típica

Historia del Tango – Parte 8: Roberto Firpo y la aceptación del piano en la Orquesta Típica

Roberto Firpo, pianista, director y compositor de nuestra música argentina: el Tango.

Roberto Firpo nació el 10 de mayo de 1884, en la Ciudad de Las Flores (hoy anexada a Buenos Aires como barrio).
 
Firpo pasó su infancia trabajando en la tienda de su familia. Aunque mostró interés por la música y la pintura, su familia no podía pagarle una educación artística.
Como necesitaban su ayuda con el negocio familiar, su padre lo sacó de la escuela después del quinto grado.
Enrique Cadícamo nos cuenta que, cuando era adolescente, sentía vergüenza cuando las niñas del pueblo lo veían trabajar como repartidor en el negocio de su familia.
 
Confrontó a su padre sobre su plan de dejar Las Flores para encontrar su destino en la gran ciudad. Firpo mostró tal determinación que su padre se dio cuenta de que no podía retenerlo y le dio la libertad irse de la casa y algo de dinero para iniciar una vida independiente en Buenos Aires.
Trabajó en una tienda cerca Santa Fe y Callao.
 
Luego trabajó en la industria del calzado y, en 1903, en una siderúrgica, Talleres Vasena, donde conoció a Juan “Bachicha” Deambroggio.
 
En ese momento, Bachicha estaba aprendiendo a tocar el bandoneón con Alfredo Bevilacqua, uno de los grandes de la época, autor de “Venus”, “Independencia”, “Apolo” y otros clásicos. Firpo comenzó a asistir a estas clases y aprender el instrumento de su preferencia, piano, y teoría musical.
 
Como no tenía dinero para comprar un piano, Firpo se hizo un instrumento.
 
Lo construyó con botellas de vidrio llenas de diferentes cantidades de agua, cada una de las cuales producía una nota distinta, una especie de xilófono improvisado, que le permitía practicar sus lecciones.
 
A los 19 años, Firpo se dedicaba intensamente a estudiar música, y aprendía mucho.
 
En 1904 se fue de Buenos Aires para trabajar en el puerto de la Ciudad de Ingeniero White, donde, por las noches, tocaba el piano en un bar del puerto.
 
Esto le permitió completar su formación, y cuando reunió suficiente dinero para comprar su propio piano, regresó a Buenos Aires y así lo hizo.
Firpo dijo que siempre recordó ese día como “el más feliz de su vida”.
Para perfeccionar su técnica, continuó sus estudios con Bevilacqua.
 
Durante el día realizaba todo tipo de trabajos ocasionales, mientras que por la noche tocaba en varios bares y cafés del barrio. A veces Firpo tocaba a dúo con Bachicha u otras en un trío con Juan Carlos Bazán en clarinete y Francisco Postiglione en violín.

Roberto Firpo y su primer trío de Tango.

En 1907 fue invitado a tocar en La Marina, un lugar famoso en el barrio de La Boca.
 
Ese contrato aumentó su fama y derivó en su contrato temporal con otro prestigioso lugar de la escena tanguera, Hansen, en el barrio de Palermo, a razón de tres pesos la noche y permiso para pasar el plato (sombrero).
A partir de este momento, trabajó exclusivamente como músico.
Durante este tiempo presentó sus primeras composiciones: “El Compinche”, “La Chola”, y “La Gaucha Manuela”, estas dos últimas serían luego grabadas por Pacho, sumando el título del compositor a su ya excelente reputación como músico. .
 
En 1908, con su “Trío Firpo”, tocó en el “Café La Castellana” de la Avenida de Mayo, en el “Bar Iglesias” de la calle Corrientes 1400, en “El Velódromo” y “El Tambito” en el barrio de Palermo, y en el “Armenonville”, el famoso cabaret.
 
En “El Velódromo” (lugar cercano a Hansen), Bazán comenzó a tocar un toque de clarinete para atraer a la clientela que pasaba hacia Hansen’s.
 
El resultado fue que este último estaba casi vacío, mientras que “El Velódromo” se iba llenando.
 
Para solucionar el problema, el patrón del primero los volvió a contratar, ¡esta vez por la suma de dos pesos cada uno!
 
Más tarde, esa llamada de Bazán daría inicio a su tango “La chiflada”.

Max Glucksmann, propietario del sello de grabaciones Odeón en Argentina. Retrato.

En 1911 se incorporó a la compañía discográfica ERA de Domingo Nazca, “El Gaucho Relámpago”, acompañando a otros músicos en su piano y grabando solos de piano y duetos con un violinista.
 
Luego grabó brevemente para la compañía Atlanta y pronto pasó a la discográfica Odeón de Max Glücksmann.
 
En 1912, Firpo formó un trío con “El Tano” Genaro Espósito al bandoneón y David Roccatagliatta al violín, actuando en el café “El Estribo” de la Avenida Entre Ríos, donde antes había actuado Vicente Greco con Francisco Canaro. Casimiro Aín fue su bailarín estrella.
 
También formó un trío con Eduardo Arolas en el bandoneón y Leopoldo Ruperto Thomson en la guitarra. Esta formación evolucionaría en un cuarteto con Roccatagliatta y en un quinteto con Roque Biafore como segundo bandoneón. Thomson finalmente cambió la guitarra por el contrabajo.

Carlos Gardel y Razzano, en la época del famoso dúo. Foto con guitarra en manos de Razzano.

En 1913, mientras tocaba en Armenonville, el dúo Gardel-Razzano estrenó allí.
 
A partir de entonces, los cantantes se convertirían en grandes amigos de Roberto Firpo, con quienes luego trabajó en Odeón y realizó giras por Argentina.
 
En una gira de 1918, los cantores lo abandonaron una noche oscura y huyeron a Buenos Aires para presenciar la venganza de Botafogo y Grey Fox en el Hipódromo de Palermo.
 
Recordando aquellos días y las cosas que hacían Gardel y Razzano, Firpo dijo más de una vez: “Con esos bufones no se podía tener paz. ¡Me volvían loco!”.

Esa misma noche de 1913, Firpo estrenó sus composiciones “Sentimiento Criollo”, “Argañaraz” y “Marejada”.

Roberto Firpo y su orquesta grabando en el sistema acústico nuestra querida música del tango

Firpo era en ese momento uno de los compositores de Tango más reconocidos y celebrados. Por ello, la compañía discográfica Lepage Odeón de Max Glücksmann lo convoca para realizar sus primeras grabaciones.

Firpo iniciaría un catálogo de grabaciones en discos, sólo superado con el paso de los años por su colega Francisco Canaro.

Desde el piano dirigió un conjunto que contó con Bachicha en bandoneón, Tito Roccatagliatta en violín y Bazán en vientos.
 
En ese momento, grabar el piano con otros instrumentos presentaba desafíos porque el sonido abrumador del piano tapaba a los otros instrumentos.
Firpo pudo resolver el problema simplemente colocando los instrumentos en un orden que aún se mantiene en las orquestas típicas.
La ventaja que esto le dio a Odeón sobre otras compañías discográficas, además de su talento, es quizás la razón por la que Firpo logró una posición tan privilegiada en la grabadora.
 
Odeón se caracterizó en su momento por tener el mejor equipo técnico.
 
Odeón contrató a Firpo con un contrato de exclusividad: sería como el único músico grabando tangos con una “orquesta típica” para ellos.

Francisco Canaro grababa por entonces en el sello Era.

Tras el éxito de su tango “El Chamuyo”, un manager de Odeón habló con él sobre la posibilidad de grabar para ellos. Como Firpo tenía un contrato exclusivo, podía bloquear la grabación de otras orquestas.

Por eso Canaro empezó a grabar con un trío en el Odeón, e hizo un acuerdo con Firpo, “que consistía en pagarle seis centavos por cada disco que vendía grabado por mi orquesta” – contó Canaro.

Etiqueta del disco con la grabación

En 1914 llegó su mayor éxito: “Alma de bohemio”, que compuso para una obra de teatro del mismo nombre a pedido del genial actor Florencio Parravicini.

Otros tangos de Firpo son “Fuegos Artificiales” (compuesto con Eduardo Arolas), “Didí”, “El Amanecer” (primer ejemplo de música descriptiva en el género), “El Rápido”, “Vea Vea”, “El Apronte” , “La Carcajada” y muchos otros.

Fue también un apasionado cultor del vals, del que produjo gran cantidad, generalmente de mucha repercusión en la época: “Pálida sombra”, “Noche calurosa”, “Ondas sonoras”, “Noches de frío” y otras.

En 1916, en Montevideo, interpretó el que sería el tango de todos los tangos, “La Cumparsita”, de Gerardo Hernán Matos Rodríguez, que en ese momento tenía solamente dos partes.

Confitería La Giralda, de Montevideo, Uruguay, donde fue estrenado el famoso tango

Firpo, al estilo de la “Guardia Vieja”, compuso la tercera.

Tiempo después se arrepentiría de no haberlo firmado en conjunto: “¡los derechos de “La Cumparsita” reportaron millones!”

Sobre este tango fundamental, Firpo recordó: “En 1916, yo estaba en la Confitería La Giralda de Montevideo cuando un día llegó un señor acompañado de unos quince muchachos, todos estudiantes, a decirme que tenían una humilde marcha de carnaval, y querían que la mire y la arregle porque pensaban que allí había un tango.

Lo querían para esa noche porque lo necesitaba un muchacho llamado Matos Rodríguez. En la partitura, en dos por cuatro, aparecía un poco de la primera parte, y en la segunda parte, no había nada.

Conseguí un piano y me acordé de dos tangos míos compuestos en 1906 que no habían triunfado: “La Gaucha Manuela” y “Curda Completa”, y puse un poco de cada uno. Por la noche la toqué con Bachicha Deambroggio y Tito Roccatagliatta.

Fue una apoteosis, y todos festejaron a Matos Rodríguez.

Pero entonces el tango quedó en el olvido. Su gran éxito empezó cuando le adjuntaron la letra de Enrique Maroni y Pascual Contursi”.

Afiche publicidad anunciando la gran orquesta de Tango de los carnavales de 1917 en Rosario

En 1917, Firpo es contratado para los bailes del carnaval en el Teatro Colón de Rosario, formando la orquesta gigante Firpo-Canaro, integrada por: Roberto Firpo y José Martínez en pianos; Eduardo Arolas, Osvaldo Fresedo, Minotto Di Cicco, Pedro Polito y Bachicha Deambrogio en bandoneones; Francisco Canaro, Agelisao Ferrazzano, Tito Roccatagliatta, Julio Doutry y A. Scotti en violines; Alejandro Michetti en flauta; Juan Carlos Bazán al clarinete; y Leopoldo Thompson en contrabajo.

Esta orquesta alcanzó un gran éxito, por lo que fueron contratados nuevamente en 1918.

Luego tocó con su formación en la obra “Los dientes del perro”, acompañando a Manolita Poli cuando cantó “Mi noche triste”, letra que Pascual Contursi escribió para “Lita” de Samuel Castriota, y que sería el primer tango grabado por Carlos Gardel y considerado el primer tango lírico estructurado de la manera que se convertiría en lo clásico del Tango.

En más de una ocasión, Firpo compartió escenarios con el dúo Gardel-Razzano, además de aguantar sus incesantes bromas.

Una vez, cuando Firpo tocó el pasodoble “¡Que salga el toro!”, en el momento en que uno de los integrantes de la orquesta gritaba el título de esta canción en medio de la actuación, Gardel -usando sus dedos índices como cuernos- atropelló a los músicos, que cayeron al piso.

Más allá de estas terribles bromas, Firpo y Gardel-Razzano grabaron juntos una vez en 1917, el tango “El Moro”, aunque en la etiqueta Gardel y Razzano no aparecen, curiosamente, salvo -como es- como autores. ¿La venganza de Firpo? No. Lo que pasó es que no se planeó ninguna vocalización. Gardel y Razzano simplemente irrumpieron en la sala de grabación, y la broma, en este caso, consistió en cantar la letra de la canción, sorprendiendo a Firpo. La compañía discográfica editó el disco sin modificar la etiqueta del disco.

El éxito de Firpo también fue económico. Hizo mucho dinero por sus actuaciones, pero aún más por sus grabaciones y derechos de compositor.

En 1928 abandonó inesperadamente el Tango por un tiempo.

Explicó el motivo a Héctor y Luis Bates: “Con el dinero que recibí por las grabaciones me sentí como un ganadero. Todo lo que tenía lo invertí en la hacienda. En un año llegué a ganar un millón de pesos… Luego vino aquella tristemente famosa crecida del río Paraná que diezmó mi finca, quise resarcir tanta pérdida, y probé suerte en la bolsa de valores, fue en 1929. Allí perdí todo lo que me quedaba, tuve que regresar al trabajo que había hecho antes, formé mi orquesta y comencé de nuevo”.

Roberto Firpo sentado al piano componiendo nuestra música: el Tango.

También volvió a la composición, con un título elocuente: “Honda Tristeza”.

Firpo fue uno de los más excelsos músicos de Tango, de completa erudición musical. Sin embargo, mantuvo su obra dentro de la más pura escuela tradicional.

Algunos de los grandes músicos de tango que iniciaron su carrera con él incluyen a Eduardo Arolas, Osvaldo Fresedo, Pedro Maffia, Bachicha, Cayetano Puglisi, Horacio Salgán y muchos otros.

Por ejemplo, la primera actuación pública de Julio De Caro y el comienzo de su carrera fue con Firpo, cuando De Caro tenía solo 17 años.

Julio de Caro, violinista, director y compositor de nuestro querido Tango, con su violín corneta.

Sus amigos hicieron arreglos para que De Caro viera a Firpo tocar en el cabaret Palais de Glace, aunque De Caro no tenía la edad suficiente para ser admitido en un cabaret.

En ese momento, los niños no usaban pantalones largos hasta los 18 años.

Los padres les darían sus “pantalones largos” como admisión a la edad adulta.

Entonces, los amigos de Julio tuvieron que conseguir unos pantalones largos que fueran la credencial de tener la edad suficiente para entrar al cabaret, y una vez allí, durante la función de Firpo, su “barra” comenzó a gritar “¡Que suba el pibe!”.

Julio se unió a sus amigos en los gritos, sin saber que “el pibe” era él.

En resumen, sus amigos lo subieron al escenario; Firpo le pidió a su violinista que le diera el instrumento a Julio y le preguntó qué le gustaría tocar, a lo que De Caro respondió: “La Cumparsita”. Eduardo Arolas también estaba allí y quedó tan impresionado con la forma de tocar de De Caro que le pidió que tocara en su orquesta.

Roberto Firpo y Francisco Canaro, dos grandes figuras de nuestro querido Tango

La obra discográfica de Roberto Firpo es inmensa, y muchos títulos han quedado sin registrar. Durante la época de las grabaciones acústicas realizó más de 1650 discos y, al final de su carrera, allá por 1959, cerca de 3000 grabaciones.

Roberto Firpo fue uno de los primeros evolucionistas del Tango como director, intérprete y compositor.

En aquellos primeros días de la “Orquesta Típica”, instauró definitivamente el piano en la orquesta de tango, que desplazó a la guitarra. Aún así, su forma de tocar el piano tomó mucho de la forma de tocar la guitarra en el Tango y de la música criolla de los gauchos, por ejemplo, el “bordoneo”, técnica utilizada para embellecer la melodía con notas de sexta cuerda de la guitarra -la cuerda más grave, llamada “bordona”.

Roberto Firpo y su orquesta. Nuestra música. Tango.

Su orquesta fue un modelo que señaló el camino a seguir, auspiciando una tendencia que germinaría en futuras formaciones de tango.

Roberto Firpo, pianista, directo y compositor de Tango argentino. Retrato.

Como intérprete, poseía un estilo muy fino -como podemos escuchar en sus exquisitos discos solistas- y fue el primero en utilizar el pedal, que ofrecía una mayor resonancia.

Como compositor, introdujo en el Tango la emoción romántica, hasta entonces ajena al género.

Su personalidad tenía el mismo magnetismo que su obra – nos dice, nuevamente, Cadícamo.

Siempre fue generoso y gentil con todos.

Incluso en la cima de su fama y su fortuna, nunca hizo alarde de ella, siempre viviendo modestamente, teniendo todo lo que él y su familia necesitaban.

Falleció a los 85 años, el 14 de junio de 1969, luego de ser por mucho tiempo una gloria viva del Tango.

El Tango te espera. Vení a nuestras clases.

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El Tango es un baile que se originó en los barrios pobres de las principales ciudades de Argentina y Uruguay en la segunda mitad del siglo XIX.
Representa la mezcla cultural de los inmigrantes y la población establecida.
Por ejemplo, en 1800 Buenos Aires y Montevideo tenían una población del 25% a más del 50% de africanos cada una.
 
Eran sirvientes de las familias más influyentes de estas ciudades. Estaban más integrados a la vida de estas familias y de la sociedad en general que los africanos de otras sociedades como la norteamericana.
 
“Tangos” fueron llamados los festejos y lugares de reunión de los negros desde principios del siglo XIX. Es en estos lugares donde la danza conocida hoy como Tango inició el desarrollo de su coreografía y música.
Otros términos africanos directamente relacionados con el Tango son “milonga” y “candombe”.
“Milonga” es una expresión quimbanda (una religión afrobrasileña y afrouruguaya) que significa “palabras”, con la cual se hacía referencia originalmente a una especie de duelo entre dos cantores llamados “payadores” que tocando la guitarra, improvisaban versos octosílabos con una estructura tipo pregunta/respuesta, denominada “payada”. A su vez, “candombe” es una palabra bantú que se refería inicialmente a los ritmos y bailes que hacían los africanos en sus encuentros de tango, a estos encuentros, y al lugar donde se realizaban.
 
Cuando les fue otorgada la libertad a los afro-argentinos en 1853, crearon varias asociaciones -especie de sindicatos- de ayuda mútua, y las situaron principalmente en la zona del barrio de Montserrat. Durante los carnavales salían a la calle con trajes de colores vivos y grandes sombreros de plumas, bailando muchas horas al ritmo monótono del candombe, la música que tocaban en estos eventos. Distintas asociaciones compitieron por la supremacía, lo que derivó en sangrientos incidentes callejeros.
 
La repetición de la violencia obligó a la policía a cerrar muchas de esas asociaciones en 1877. Era el fin del carnaval de los negros. La consecuencia fue la creación de varios centros de baile donde desarrollaron una especie de baile en pareja llamado “tango” usando los mismos elementos coreográficos que usaban antes en sus candombes. Pero ese Tango no fue un baile de pareja abrazada. Lo bailaron separados.

El gaucho

Otra influencia en los orígenes del Tango proviene de un personaje típico de la pampa argentina: el gaucho.
El “gaucho” es producto de la mezcla entre los primeros españoles que llegaron a las tierras que luego llamaron Argentina, y los nativos. Eran muy hábiles en las técnicas necesarias para sobrevivir en el campo. Les gustaba vivir lejos de las ciudades y poblados, no tenían trabajos regulares, ocasionalmente eran contratados por los dueños de las estancias y conocían los secretos de la esgrima de cuchillo y la equitación.
 
Tenían una fuerte moral de independencia y, si era necesario, se enfrentaban a la policía arbitraria de esos tiempos. Estos “gauchos” tuvieron una participación fundamental en las luchas de emancipación contra el Reino de España. Simbolizaban los ideales de autonomía, coraje y justicia sin arbitrariedad.
 
Tras la Constitución de 1853, las ideas de modernidad y progreso empiezan a perfilar el nuevo país. El “gaucho” no encajaba en este proyecto y empezó a sufrir persecución. Las tierras por donde andaba el gaucho fueron confiscadas y entregadas a otros. Al no tener otra opción, se mudaron a los suburbios pobres de la ciudad y consiguieron trabajos como carniceros, arrieros, domadores de caballos o conductores de carros. Entonces, el gaucho sufre una metamorfosis, abandonando el caballo, acortando su cuchillo para ocultarlo mejor porque no estaba permitido en la ciudad, cambiándose de ropa y adquiriendo el nuevo nombre de “compadre”; pero aún mantiene los mismos ideales de justicia, independencia y valentía.
Sus nuevos vecinos comenzaron a admirarlo y, a menudo, acudían a él en busca de protección o consejo. Los jóvenes de estos barrios pobres comenzaron a imitar las actitudes de los compadres y pronto fueron llamados “compadritos”, con un tono despectivo.
Aunque el gaucho, transformado en compadre, llevó la milonga a los barrios bajos, no la bailó. Sus herederos, los compadritos, sí la bailaban.

Tomaron las coreografías de otros bailes de otros lugares y bailaron en el puerto de Buenos Aires y Montevideo, como la polca, la mazurca, el vals y la habanera, y bailaron con estos movimientos al son de las milongas. Además, incorporaron elementos de las danzas de los negros, de sus tangos, la mayoría de las veces con sarcasmo racista.
Esto originó una forma de bailar llamada “cortes y quebradas” y un género musical llamado “tango” o “milonga” indistintamente.
Cuando estos bailes llegaron al puerto de Buenos Aires en la segunda mitad del siglo XIX, la técnica del abrazo se conocía como “baile a la europea”. Los compadritos adoptaron esta técnica y la incorporaron a los movimientos que tomaron de los tangos africanos. Hasta este momento, todas las danzas abrazadas eran de movimiento continuo, lo que significa que una vez que la pareja comienza a moverse, no se detendrá hasta el final de la canción. Por otro lado, los tangos africanos y las otras danzas no abrazadas utilizan “figuras”, lo que significa que uno o ambos bailarines de la pareja se detendrán repentinamente y tomarán una posición llamada “figura”.
 
Para unir estas dos formas diferentes de bailar, el abrazo y las figuras, los compadritos tuvieron que profundizar en la técnica del abrazo y crear la técnica del “abrazo cerrado”. Antes del Tango, había espacio entre las parejas en todos los bailes abrazados. Con el Tango, ya no hay espacios intermedios dentro de la pareja.
 
El Tango incorporó la técnica del abrazo cerrado que permite las “figuras” en el baile abrazado: un compañero se detiene mientras el otro sigue moviéndose, o ambos se detienen repentinamente por un momento y reinician el movimiento unos momentos más tarde. El abrazo cerrado fue suficiente para que el Tango fuera desaprobado por la sociedad “respetable”.
 
Además, a los compadritos les gustaba jugar con el escándalo y con actitud burlona y despreocupada hacían movimientos provocativos en el baile para diversión de unos y escándalo de otros.

Immigrants arriving to the port of Buenos Aires after 1953

La Constitución de 1853 abre la Argentina a la inmigración.
Millones de inmigrantes, principalmente italianos y españoles, llegaron al país y lo cambiaron radicalmente.
Así, el Tango también es influenciado por la inmigración. Su ritmo se hizo más lento, y sus melodías adquirieron un sabor nostálgico, contrastando con su actitud bromista original. Su coreografía también cambió, dejando su carácter provocador y ordenando sus figuras. Se incorporó a la música del Tango un instrumento novedoso, el bandoneón, creado en Alemania, que encajaba perfectamente con la nueva forma del Tango. Pronto, el bandoneón se convirtió en el instrumento musical icónico de la música de Tango.
 
Todo esto preparará al Tango para su aceptación en los salones de baile europeos.
1913 fue el año de su mayor popularidad en París.
Esto aseguró el regreso de nuestro Tango a la Argentina, su país natural, por la “puerta grande”. Rechazado antes por la alta sociedad como producto de los barrios marginales, las “orillas” y “arrabales”, se hizo elogiar entonces por todos gracias a su fama internacional. Todos querían aprender a bailar Tango en este momento. Solo la Guerra Mundial de 1914 detuvo la popularidad de este baile en Europa, pero solo por un tiempo.

Carlos Gardel, legendary Argentine Tango singer, with musicians, colleagues and friends

Unos años más tarde, en 1917, un cantor de estilo campero incluyó en su repertorio el primer tango con letra, creando así la forma de cantar los tangos.
Este hombre fue Carlos Gardel, y aunque murió en 1935, aún reina como modelo del cantor de tangos gracias a sus 1500 discos.
La Primera Guerra Mundial, la crisis de la posguerra y la encandilante presencia de Carlos Gardel eclipsaron al baile del Tango por un tiempo. Este fue el período de la popularidad del “tango-canción”, concebido para escuchar, pero no necesariamente para bailar.

Carlos Gardel, legendary Argentine Tango singer, with musicians, colleagues and friends

Simultáneamente, se gestaba una renovación del Tango instrumental, de la mano del violinista Julio De Caro.
Este, con su formación académica, aportó al Tango lo que no habían podido darle sus intuitivos músicos primordiales.
 
En 1937 Juan D’Arienzo incorporó a su orquesta al pianista Rodolfo Biagi y con un ritmo rápido y juguetón que recordaba los orígenes del Tango, comenzó a atraer de nuevo a miles de bailarines a los salones de baile.
La aceptación de esta orquesta fue tan significativa que otras orquestas comenzaron a imitar su ritmo característico.

Carlos Gardel, legendary Argentine Tango singer, with musicians, colleagues and friends

En este punto, el Tango era una expresión artística ya madura.
 
Su música, su danza y su poesía alcanzaron su apogeo y se siguieron desarrollaron durante la década de 1940 en lo que se conoció en Argentina como la Edad de Oro del Tango.
Durante estos años, el Tango se definió en la forma en que lo conocemos hoy.
Tres décadas de dictaduras hicieron que el Tango se desdibujara en la vida argentina, especialmente el Tango como danza, pero no fue suficiente para desaparecer. 1984 fue el año en el cual volvió la democracia a la Argentina, y también fue cuando revivió el Tango.
La aceptación mundial de la música de Astor Piazzolla, quien supo integrar el Tango a otras expresiones musicales como la música clásica, el jazz y el rock, incorporando instrumentos electrónicos; el triunfo en Rusia de Julio Bocca, bailarín argentino de renombre internacional que bailó al son de la música de Piazzolla; y el gran éxito en Broadway del espectáculo “Tango Argentino” que presentó a los más destacados bailarines de Tango de escenario de la época; todo esto, más la libertad de expresión que trajo la democracia a los argentinos, hizo posible lo que todavía vemos hoy: una fuerte presencia del Tango no sólo en Argentina, su país natal, sino también en el mundo entero.

¿Por qué el Tango triunfó en todo el mundo?

No es fácil encontrar una respuesta absoluta. Aún así, tal vez tenga que ver con la necesidad de expresión, y el Tango es un baile donde se puede expresar toda la gama de sentimientos humanos: alegría, nostalgia, pasión, ingenio y mucho más…

Bibliografía:

“Crónica general del Tango”, José Gobello. Editorial Fraterna, Buenos Aires,   1980.

“La historia del Tango”, tomo 2 “Primera época”, Roberto Selles y León   Benarós. Editorial Corregidor, Buenos Aires, 1977.

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