Historia del Tango – Parte 8: Roberto Firpo y la aceptación del piano en la Orquesta Típica
Como necesitaban su ayuda con el negocio familiar, su padre lo sacó de la escuela después del quinto grado.
Firpo dijo que siempre recordó ese día como “el más feliz de su vida”.
A partir de este momento, trabajó exclusivamente como músico.
Esa misma noche de 1913, Firpo estrenó sus composiciones “Sentimiento Criollo”, “Argañaraz” y “Marejada”.
Firpo era en ese momento uno de los compositores de Tango más reconocidos y celebrados. Por ello, la compañía discográfica Lepage Odeón de Max Glücksmann lo convoca para realizar sus primeras grabaciones.
Firpo iniciaría un catálogo de grabaciones en discos, sólo superado con el paso de los años por su colega Francisco Canaro.
Firpo pudo resolver el problema simplemente colocando los instrumentos en un orden que aún se mantiene en las orquestas típicas.
Francisco Canaro grababa por entonces en el sello Era.
Tras el éxito de su tango “El Chamuyo”, un manager de Odeón habló con él sobre la posibilidad de grabar para ellos. Como Firpo tenía un contrato exclusivo, podía bloquear la grabación de otras orquestas.
Por eso Canaro empezó a grabar con un trío en el Odeón, e hizo un acuerdo con Firpo, “que consistía en pagarle seis centavos por cada disco que vendía grabado por mi orquesta” – contó Canaro.
En 1914 llegó su mayor éxito: “Alma de bohemio”, que compuso para una obra de teatro del mismo nombre a pedido del genial actor Florencio Parravicini.
Otros tangos de Firpo son “Fuegos Artificiales” (compuesto con Eduardo Arolas), “Didí”, “El Amanecer” (primer ejemplo de música descriptiva en el género), “El Rápido”, “Vea Vea”, “El Apronte” , “La Carcajada” y muchos otros.
Fue también un apasionado cultor del vals, del que produjo gran cantidad, generalmente de mucha repercusión en la época: “Pálida sombra”, “Noche calurosa”, “Ondas sonoras”, “Noches de frío” y otras.
En 1916, en Montevideo, interpretó el que sería el tango de todos los tangos, “La Cumparsita”, de Gerardo Hernán Matos Rodríguez, que en ese momento tenía solamente dos partes.
Firpo, al estilo de la “Guardia Vieja”, compuso la tercera.
Tiempo después se arrepentiría de no haberlo firmado en conjunto: “¡los derechos de “La Cumparsita” reportaron millones!”
Sobre este tango fundamental, Firpo recordó: “En 1916, yo estaba en la Confitería La Giralda de Montevideo cuando un día llegó un señor acompañado de unos quince muchachos, todos estudiantes, a decirme que tenían una humilde marcha de carnaval, y querían que la mire y la arregle porque pensaban que allí había un tango.
Lo querían para esa noche porque lo necesitaba un muchacho llamado Matos Rodríguez. En la partitura, en dos por cuatro, aparecía un poco de la primera parte, y en la segunda parte, no había nada.
Conseguí un piano y me acordé de dos tangos míos compuestos en 1906 que no habían triunfado: “La Gaucha Manuela” y “Curda Completa”, y puse un poco de cada uno. Por la noche la toqué con Bachicha Deambroggio y Tito Roccatagliatta.
Fue una apoteosis, y todos festejaron a Matos Rodríguez.
Pero entonces el tango quedó en el olvido. Su gran éxito empezó cuando le adjuntaron la letra de Enrique Maroni y Pascual Contursi”.
En 1917, Firpo es contratado para los bailes del carnaval en el Teatro Colón de Rosario, formando la orquesta gigante Firpo-Canaro, integrada por: Roberto Firpo y José Martínez en pianos; Eduardo Arolas, Osvaldo Fresedo, Minotto Di Cicco, Pedro Polito y Bachicha Deambrogio en bandoneones; Francisco Canaro, Agelisao Ferrazzano, Tito Roccatagliatta, Julio Doutry y A. Scotti en violines; Alejandro Michetti en flauta; Juan Carlos Bazán al clarinete; y Leopoldo Thompson en contrabajo.
Esta orquesta alcanzó un gran éxito, por lo que fueron contratados nuevamente en 1918.
Luego tocó con su formación en la obra “Los dientes del perro”, acompañando a Manolita Poli cuando cantó “Mi noche triste”, letra que Pascual Contursi escribió para “Lita” de Samuel Castriota, y que sería el primer tango grabado por Carlos Gardel y considerado el primer tango lírico estructurado de la manera que se convertiría en lo clásico del Tango.
En más de una ocasión, Firpo compartió escenarios con el dúo Gardel-Razzano, además de aguantar sus incesantes bromas.
Una vez, cuando Firpo tocó el pasodoble “¡Que salga el toro!”, en el momento en que uno de los integrantes de la orquesta gritaba el título de esta canción en medio de la actuación, Gardel -usando sus dedos índices como cuernos- atropelló a los músicos, que cayeron al piso.
Más allá de estas terribles bromas, Firpo y Gardel-Razzano grabaron juntos una vez en 1917, el tango “El Moro”, aunque en la etiqueta Gardel y Razzano no aparecen, curiosamente, salvo -como es- como autores. ¿La venganza de Firpo? No. Lo que pasó es que no se planeó ninguna vocalización. Gardel y Razzano simplemente irrumpieron en la sala de grabación, y la broma, en este caso, consistió en cantar la letra de la canción, sorprendiendo a Firpo. La compañía discográfica editó el disco sin modificar la etiqueta del disco.
El éxito de Firpo también fue económico. Hizo mucho dinero por sus actuaciones, pero aún más por sus grabaciones y derechos de compositor.
En 1928 abandonó inesperadamente el Tango por un tiempo.
Explicó el motivo a Héctor y Luis Bates: “Con el dinero que recibí por las grabaciones me sentí como un ganadero. Todo lo que tenía lo invertí en la hacienda. En un año llegué a ganar un millón de pesos… Luego vino aquella tristemente famosa crecida del río Paraná que diezmó mi finca, quise resarcir tanta pérdida, y probé suerte en la bolsa de valores, fue en 1929. Allí perdí todo lo que me quedaba, tuve que regresar al trabajo que había hecho antes, formé mi orquesta y comencé de nuevo”.
También volvió a la composición, con un título elocuente: “Honda Tristeza”.
Firpo fue uno de los más excelsos músicos de Tango, de completa erudición musical. Sin embargo, mantuvo su obra dentro de la más pura escuela tradicional.
Algunos de los grandes músicos de tango que iniciaron su carrera con él incluyen a Eduardo Arolas, Osvaldo Fresedo, Pedro Maffia, Bachicha, Cayetano Puglisi, Horacio Salgán y muchos otros.
Por ejemplo, la primera actuación pública de Julio De Caro y el comienzo de su carrera fue con Firpo, cuando De Caro tenía solo 17 años.
Sus amigos hicieron arreglos para que De Caro viera a Firpo tocar en el cabaret Palais de Glace, aunque De Caro no tenía la edad suficiente para ser admitido en un cabaret.
En ese momento, los niños no usaban pantalones largos hasta los 18 años.
Los padres les darían sus “pantalones largos” como admisión a la edad adulta.
Entonces, los amigos de Julio tuvieron que conseguir unos pantalones largos que fueran la credencial de tener la edad suficiente para entrar al cabaret, y una vez allí, durante la función de Firpo, su “barra” comenzó a gritar “¡Que suba el pibe!”.
Julio se unió a sus amigos en los gritos, sin saber que “el pibe” era él.
En resumen, sus amigos lo subieron al escenario; Firpo le pidió a su violinista que le diera el instrumento a Julio y le preguntó qué le gustaría tocar, a lo que De Caro respondió: “La Cumparsita”. Eduardo Arolas también estaba allí y quedó tan impresionado con la forma de tocar de De Caro que le pidió que tocara en su orquesta.
La obra discográfica de Roberto Firpo es inmensa, y muchos títulos han quedado sin registrar. Durante la época de las grabaciones acústicas realizó más de 1650 discos y, al final de su carrera, allá por 1959, cerca de 3000 grabaciones.
Roberto Firpo fue uno de los primeros evolucionistas del Tango como director, intérprete y compositor.
En aquellos primeros días de la “Orquesta Típica”, instauró definitivamente el piano en la orquesta de tango, que desplazó a la guitarra. Aún así, su forma de tocar el piano tomó mucho de la forma de tocar la guitarra en el Tango y de la música criolla de los gauchos, por ejemplo, el “bordoneo”, técnica utilizada para embellecer la melodía con notas de sexta cuerda de la guitarra -la cuerda más grave, llamada “bordona”.
Su orquesta fue un modelo que señaló el camino a seguir, auspiciando una tendencia que germinaría en futuras formaciones de tango.
Como intérprete, poseía un estilo muy fino -como podemos escuchar en sus exquisitos discos solistas- y fue el primero en utilizar el pedal, que ofrecía una mayor resonancia.
Como compositor, introdujo en el Tango la emoción romántica, hasta entonces ajena al género.
Su personalidad tenía el mismo magnetismo que su obra – nos dice, nuevamente, Cadícamo.
Siempre fue generoso y gentil con todos.
Incluso en la cima de su fama y su fortuna, nunca hizo alarde de ella, siempre viviendo modestamente, teniendo todo lo que él y su familia necesitaban.
Falleció a los 85 años, el 14 de junio de 1969, luego de ser por mucho tiempo una gloria viva del Tango.
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