No existen mayores referencias a su actividad previa al año 1933.
Pero ese año ocurrió un hecho en un club nocturno de Carrasco donde tocaba el piano, que cambiaría su vida, cuando una noche brindó al público un nuevo tema suyo, un tango al que tituló “La puñalada”, con cierto aire de milonga.
En ese titulo descansará toda la fama de Pintín.
Cuando comenzaba el verano del 36, Juan D'Arienzo —como era su costumbre— se aprestaba a iniciar una temporada más en Montevideo y habría sido su intuición o bien la de su pianista Rodolfo Biagi, —para muchos el responsable de cincelar el ritmo que hizo famoso al director— la causante de transformar el tango de Castellanos en milonga.
Biagi y el violinista Alfredo Mancuso fueron los encargados de transcribir la pieza.