Di Sarli no encajaba en los cánones de la guardia vieja ni en los del tango de la revolución decariana, sino que encontró su propio estilo sin concesiones a la moda del momento.
Tuvo la influencia de Fresedo en sus comienzos pero solo como un antecedente ya que pronto se diferenció y tomó su propio camino.
Fue un talentoso ejecutante de piano.
Desde su instrumento dirigía la orquesta dominando la sincronía y la ejecución del conjunto. En el estilo de Di Sarli no había solos de instrumentos, la fila de bandoneones cantaba por momentos la melodía, pero tenía un papel esencialmente rítmico y milonguero. Solo el violín se destacaba de un modo extremadamente delicado, en algún solo breve o en un contracanto.
Su fecunda inventiva estuvo prevalentemente consagrada a la mano izquierda en la cual, con excelente y purísimo sonido, creó una manera de decir, de acentuar, de modular, de "rellenar" y de "bordonear" que era una pieza fundamental en el estilo del músico, encadenando los compases de la obra y acentuando un ritmo delicado y elegante, especial para la danza.