Para Raúl Kaplún, admirador de Elvino Vardaro y de Alfredo Gobbi, después de tocar en la orquesta de Miguel Caló, había llegado el momento de buscarse otro lugar.
Lo halló en 1942 en la orquesta del pianista Lucio Demare, que desde 1938 desenvolvía una modalidad que fundía marcación rítmica y temperamento sentimental, a tono con las ansias de bailar y vivir o soñar romances que palpitaban en el público.
Además de su violín Kaplún le aportó a Demare algunos tangos por él compuestos, como “Una emoción”, registrado en 1943 con Raúl Berón, con letra de José María Suñé.