“Trasnochando” por Miguel Caló y su Orquesta Típica, canta Raúl Berón; 1942.
Raúl Berón
No son pocos los amantes del Tango que aseguran que, después de Carlos Gardel, está Raúl Berón.
Se pondera su sentido del ritmo, la calidad interpretativa, la elaboración cuidada y melódica de la frase, ese talento inusual para cantar por encima del tiempo y aquello que algún crítico calificó como su “dulce tristeza”.
Algunas de estas virtudes debe de haber apreciado Miguel Caló, cuando en 1939 decidió convocarlo como cantor de su orquesta.
Berón entonces no había cumplido los veinte años, aunque ya llevaba un par de años trajinando como cantor solista por las radios.
Enemigo natural de cualquier grandilocuencia, Berón fue uno de los más grandes cantores que dio el Tango.
Raúl Berón fue una de las encarnaciones más perfectas del modelo gardeliano. Berón tenía una voz más oscura que Gardel —un barítono alto, que llegaba cómodamente a las regiones de tenor—, aunque el timbre es un aspecto entre otros de un estilo.
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