“Arrabalero” por Osvaldo Fresedo y su Sexteto Típico, 1927.
Osvaldo Fresedo
Bandoneonista, director y compositor. (5 mayo 1897 – 18 noviembre 1984)
En 1927, el éxito de Fresedo es tal que mantiene en actuación cinco orquestas al mismo tiempo, la principal de ellas en el cabaret Tabarís, sobre la calle Corrientes, la más importante de la ciudad.
Esto lo obliga a rotar permanentemente de un local a otro para asomar al menos en cada lugar donde toca una orquesta suya.
“Esta noche de luna” por José García y sus Zorros Grises, canta Alfredo Rojas; 1943.
José García
Violinista, director y compositor (22 julio 1908 – 5 abril 2000)
Poco después de finalizar sus estudios, José García estableció un Conservatorio en Lanús. De los conocimientos que él había adquirido mediante no pocos sacrificios, trataba de hacer partícipes a unos muchachos que en esa localidad sustentaban algunas inquietudes musicales y pronto el entusiasta y flamante profesor se vio favorecido por un gran número de fervorosos alumnos.
En 1926, formó una orquesta infantil íntegramente compuesta por alumnos de su Conservatorio, de los cuales algunos formaron luego en su afiatado conjunto Los Zorros Grises.
Como compositor, José García hizo 28 temas, destacándose el tango “Esta noche de luna”.
Historia del Tango – Parte 9: Eduardo Arolas. La evolución de la música del Tango.
Juventud
En 1909, cuando Eduardo Arolas compuso “Una noche de garufa”, aún no había adquirido una educación musical formalizada. Tenía 17 años.
Aún así, en su primera composición, todos los elementos de su estilo están presentes, estallando en el mundo, para regocijo de todos aquellos que, como nosotros, aman el Tango.
Esta cualidad no puede atribuirse a ningún otro compositor de Tango.
Ninguno de sus colegas tenía un estilo definido durante sus primeras composiciones y necesitarían muchos años para desarrollarlo. Las obras de Arolas tienen características tan avanzadas, que continuarán sorprendiendo por siempre a los amantes del Tango, preguntándose cómo, con qué inspiración y de qué fuente las extrajo.
Nació el 24 de febrero de 1892 en el naciente barrio industrial de Barracas, en el extremo sur de Buenos Aires, donde creció jugando entre talleres, sitios de construcción, almacenes, depósitos, obreros, conductores de carros, cuarteadores, payadores y arrieros.
A los 6 años, comenzó a aprender a tocar la guitarra con su hermano José Enrique.
Hasta 1906 tocó este instrumento, con amigos, en ambientes informales, y eventualmente comenzó a tocar en cafés y bailes de su barrio.
Arolas era considerado un interprete hábil y versátil.
Acompañó a Ricardo González “Muchila”, que tocaba el bandoneón. El sonido de este instrumento ejerció una fuerte atracción sobre Arolas. Adquirió uno pequeño, con 32 notas, y comenzó a aprender de Muchila.
Después de vender mercadería en las calles durante muchos años, sus padres abrieron finalmente una tienda mayorista y un bar frente a la estación de trenes de Barracas.
Arolas, conocido como “el Pibe Eduardo”, y su hermano tocaban valses de Waldteufel (muy de moda en ese momento) para entretener a la clientela.
Después de terminar el tercer grado, abandonó la escuela y comenzó a trabajar en diferentes oficios para ayudar a su familia: cadete, repartidor, aprendiz en un taller de pintura, en la fabricación de carteles comerciales, ilustrador, decorador y caricaturista, siendo este ultimo oficio uno convirtió en otra de sus pasiones, como se ve en el dibujos de las portadas de sus propias composiciones musicales y de algunos de sus colegas.
En la hoja de registro de la estación de policía de su vecindario, apareció clasificado como “compadrito”.
En 1909 tocó un bandoneón de 42 botones, acompañado por Graciano De Leone en la guitarra.
Ese mismo año fue a presentar su primera composición a Francisco Canaro.
En 1910 tocó con Tito Roccatagliatta, el violinista más importante de esa época; Leopoldo Thomson, quien estableció el contrabajo en las orquestas típicas, y Prudencio Aragón, pianista y compositor, autor de “Siete palabras”.
En 1911, a los 19 años, tocó en Montevideo por primera vez, la ciudad que se convertirá en su hogar cuando, por desamor, se exilie voluntariamente de Buenos Aires. En este concierto, Arolas tocó un bandoneón de 71 botones estándar.
A su regreso de este viaje, comenzó sus estudios musicales formales con José Bombig, director de la banda penitenciaria nacional, que tenía un conservatorio en la avenida Almirante Brown, en el barrio de La Boca.
Durante esos tres años en el conservatorio, realizó un extenso y muy rentable recorrido por los burdeles de la provincia, con los violinistas Ernesto Zambonini y Rafael Tuegols.
Durante esta gira, conoció a Delia López “La Chiquita”, y comenzó una relación que se convirtió en una fuente de gran inspiración para él, así como en el probable desencadenante de las desafortunadas elecciones que aceleraron su desaparición.
De regreso en Buenos Aires, trabajó principalmente en su propio barrio de Barracas, en varios lugares, incluido el suyo, “Una noche de garufa”, que abrió con su amigo, el industrial Luis Bettinelli.
Su primera composición, publicada en 1912, tuvo un gran éxito inmediato.
Siguieron otras composiciones de notable inspiración, aunque hoy no son tan conocidas como deberían ser: “Nariz”, dedicada a su “amiguita” Delia López; “Rey de los bordoneos”, dedicado a sus músicos; “Maturango”; “Chúmbale” y el vals “Notas del corazón”, dedicado a su madre.
En 1910 las primeras grabaciones de una orquesta con el bandoneón, dirigida por Vicente Greco, fueron lanzadas por Columbia Records. La gran aceptación por parte del público de estas grabaciones propició la aparición de numerosos sellos discográficos compitiendo por el mercado. Arolas comenzó a grabar en 1912 para Poli-phon, con Tito Roccatagliatta en violín, Vicente Pecci en flauta y Emilio Fernández en guitarra.
Durante 1912 comenzó a tocar en el centro de Buenos Aires, y pronto incluyó en su formación al gran pianista y compositor José Martínez, autor de “El cencerro”, “La torcacita”, “Pablo,” Punto y coma “,” Canaro “, entre muchos grandes tangos, para tocar en el cabaret Royal Pigall, en la calle Corrientes 825.
Este mismo año, Roberto Firpo llamó a Arolas y Roccatagliatta para tocar con él en el famoso cabaret Armenonville.
Más tarde, Arolas se distanció de Firpo y tenía un cartel en sus presentaciones que aclaraba “Aquí no tocamos las composiciones de Firpo”. Pero “Fuegos artificiales” se convirtió en un exquisito resultado de este encuentro. Firpo siguió grabando muchos de los tangos de Arolas.
Escuchemos la magnífica interpretación de “Fuegos artificiales” de Anibal Troilo y su Orquesta Típica, 1945:
El centro
Después de alejarse de Firpo, en 1914, el afroamericano Harold Philips tocó el piano por un tiempo en la orquesta de Arolas.
En 1915, Arolas tocó junto con Agustín Bardi al piano y Roccatagliatta en violín.
En 1916, formó un trío con Roccatagliatta en violín y Juan Carlos Cobián en piano, tocando en los cabarets Montmartre, L’Abbaye y Fritz, todos ubicados en el centro de la ciudad. Este trío a veces se expandió a un cuarteto para incluir un violoncello. También hicieron un recorrido por la provincia de Córdoba.
De regreso en Buenos Aires, el trío fue contratado para tocar en fiestas y bailes de las mansiones, embajadas y clubes selectos de la clase alta de Buenos Aires. En este tipo de presentaciones, no se toleraba ninguna interacción entre músicos e invitados, una regla que Arolas nunca aceptó, lo que resultó en su reemplazo por Osvaldo Fresedo.
Entre 1913 y 1916, su composición y producción musical mostró una mejora evidente debido a sus estudios musicales y la experiencia adquirida en su profesión. Consolidó su fama, llevando a su orquesta al nivel de los más destacados, dejando los cafés de su barrio, tocando en la calle Corrientes y en los lujosos lugares de Palermo, en el interior de Argentina y en Montevideo.
Algunas de las composiciones de este período, entre las muchas que hoy se han olvidado, son “Derecho viejo”, interpretada aquí por Osvaldo Pugliese y su Orquesta Típica en 1945:
“La guitarrita”, por Juan D’Arienzo en 1936:
“Rawson”, de nuevo, por El Rey del Compás:
También “Araca” y “Anatomía”.
Específicamente con respecto a la composición “Araca”, solo hay una magnífica interpretación grabada por el “Cuarteto Victor de la Guardia Vieja” en 1936, con Francisco Pracánico al piano, Ciriaco Ortiz en el bandoneón, y Cayetano Puglisi y Antonio Rossi en los violines:
Ruptura
El tercer y último grupo de composiciones, desde 1917 hasta 1923, mostró una evolución musical aún más marcada, de sentimientos más profundos, nostálgica, casi llorando con masculina vulnerabilidad, jugando con su característico fraseo rítmico.
Estas obras fueron influenciadas por la ruptura con su amante Delia López,
quien terminó involucrada con su hermano, y su posterior inmersión en el alcoholismo y la tristeza crónica. Entre ellos: de 1917, “Comme il faut”, escuchamos la grabación de Anibal Troilo en 1938:
y “Retintin”, llamado primero “¡Qué hacés, qué hacés, che Rafael!”, dedicado a su violinista, amigo y secretario, Rafael Tuegols. Toda la orquesta cantó el nombre de la canción en las actuaciones. La escuchamos aquí por Juan D’Arienzo y su Orquesta Típica, con Rodolfo Biagi al piano::
Menos conocidos, desde este mismo año, son “Marrón glacé (Moñito)”, dedicado al caballo de carreras de su amigo Emilio de Alvear; “El chañar”, del cual hay una interpretación de Alfredo De Angelis grabada durante la década del cuarenta::
y “Taquito”, grabado solo por Arolas::
Consagración
En 1917, formó un quinteto con Juan Luis Marini en piano, Rafael Tuegols y Atilio Lombardo en violines, y Alberto Paredes en violoncello, y grabó para Victor con un contrato ventajoso. Inusual para la época, incluyó la voz de Francisco Nicolás Bianco “Pancho Cueva”, en dos grabaciones, solo igualadas por la contemporánea grabación de Gardel-Razzano con Firpo en “El moro”. Bianco, quien más tarde también grabó con Firpo, fue un famoso payador, que usó el lunfardo en sus actuaciones, y fue el hermano de Eduardo Bianco, el gran director de orquesta que tocaba tangos en Europa.
La portada de la composición “Lágrimas” merece una mención especial debido al autorretrato de Arolas.
Dedicado a la madre de su colega y violinista Tito Roccatagliata, combinó una deliciosa primera parte rítmica con una segunda parte profundamente emocional. Ricardo Tanturi lo grabó en 1941:
En 1918 su orquesta se formó con él, como primer bandoneón y director, Manuel Pizzarro en el segundo bandoneón, Rafael Tuegols en el primer violín, Horacio Gomila en el segundo violín, Roberto Goyeneche en el piano y Luis Bernstein en contrabajo.
Este fue el pico de su carrera, tocando tanto en Buenos Aires como en Montevideo.
Pronto, Julio De Caro se uniría a su orquesta.
1918 nos trajo dos tangos eminentemente rítmicos: “Catamarca”, inicialmente llamado “Estocada a fondo”, del cual Carlos Di Sarli nos dejó una magnífica interpretación en 1940:
El otro tango es “Dinamita”, que podemos escuchar en la versión de 1918 de Roberto Firpo:
Aquí podemos apreciar una auténtica dinamita rítmica, su peculiar forma de jugar con la melodía y sus técnicas avanzadas de composición, utilizando ya las mismas “canyengueadas” que escuchamos en los arreglos de Osvaldo Pugliese y Astor Piazzolla muchas décadas después.
Ese mismo año, Arolas conoció a Pascual Contursi en Montevideo, y de este encuentro produjeron “Qué querés con esa cara”, letra que Contursi escribió para “La guitarrita” de Arolas, grabada por Carlos Gardel:
Este año culminó con una de sus composiciones inmortales: “Maipo”, de suprema belleza, con una primera parte verdaderamente sublime, de profundidad patética, hiriente, y una segunda parte de tristeza sentida y profundas emociones. Bailemos con El Rey de Compás Juan D’Arienzo que grabó este maravilloso tango en 1939:
1919 comenzó con nada menos que “El Marne”, un verdadero concierto de estructura avanzada para su época. Había que esperar a que músicos calificados entregaran el mensaje de sus notas. Nos quedamos aquí en la misma tanda, con el Maestro D’Arienzo y Juan Polito al piano:
La productividad de Arolas es asombrosa. Su fabulosa inspiración desborda: “Cosa papa”, entre sus últimas grabaciones, en línea con sus mejores logros como autor:
“Rocca”, dedicado a su gran amigo, el terrateniente y guardián de las tradiciones argentinas, Santiago H. Rocca. En la edición de la partitura musical podemos ver un retrato del homenajeado, embellecido por un fino dibujo de Arolas.
No hay grabaciones que sepamos de este tango, pero tenemos la suerte de escucharlo en la pianola de Horacio Asborno.
Montevideo
“Viborita” es otro de sus delicados tangos, con la peculiaridad de tener solo dos partes, sin trío, como era su costumbre. Grabado en 1920 por primera vez por la Orquesta Típica Select de Osvaldo Fresedo. Su partitura musical no se publicó hasta después de 1930, cuando el sobrino de Arolas recibió un paquete con manuscritos. Por eso aparece publicado como obra póstuma. Una excelente interpretación de este tango para bailar en las milongas es la que grabó Francisco Lomuto en 1944:
“De vuelta y media”, de una belleza increíble, de la que tenemos la suerte de escuchar la grabación del autor:
Y “El Gaucho Néstor”, incluido solo en sus grabaciones para Víctor:
En 1919 fue contratado para tocar en las celebraciones del Carnaval de Montevideo, al frente de una gran orquesta.
De regreso en Buenos Aires, realizó una gira por la provincia con un trío en el que Julio De Caro tocaba el violín. Luego tocó en los cabarets Maxim y Tabarís, en el centro.
A partir de este momento, solo hubo unas pocas ocasiones más en las que Arolas tocó en Argentina.
Su colapso moral y físico había comenzado.
Se mudó de forma permanente a su casa de Montevideo y formó una orquesta en la que tocaba Edgardo Donato.
En 1920 viaja a Europa acompañado por Alice Lesage. Este año solo dio una composición, dedicada a ella, “Alice”. Manuel Buzón hizo una excelente grabación de este tango, que nos gusta disfrutar bailando:
En 1921 regresó de Europa y permaneció en Uruguay. Este año compuso “Pobre gaucho”, dedicado a sus colegas de orquesta, y “Bataraz”, ambos grabados por Firpo:
Posiblemente, este es también el año en el que compuso la que se considera su obra maestra: “La Cachila”. Lo tiene todo. Después de una primera parte intensa, de incomparable belleza, viene una segunda parte con ritmos renovadores, vibrantes, penetrantes, ricos y desgarradores. Así lo interpretó Osvaldo Pugliese:
Se ha convertido en uno de los clásicos del género, de presencia permanente en el repertorio de orquestas de todos los tiempos.
Adiós Buenos Aires
En 1922, realizó un segundo viaje a Europa, con intension de trabajar, pero no recibió ayuda de la comunidad de músicos de tango que vivían allí. Por su cuenta, consiguió contratos ventajosos para tocar en París y Madrid.
Durante sus últimos tres años de vida, residió en Europa, y solo conocemos la composición “Place Pigalle”, que registró en Francia.
Murió de tuberculosis el 29 de septiembre de 1924 en un hospital de París. Tenía 32 años.
En 15 años como compositor, escribió 120 títulos, de los cuales solo unos 20 son ampliamente conocidos.
Durante el tiempo de Arolas, la música de Tango era mucho más simple de lo que es hoy.
Como músico, dio la fuerza de su emoción a sus actuaciones, rompiendo su instrumento en muchas ocasiones, dejándolo como un paraguas invertido por el viento. Era un instrumentista refinado, ideando formas de fraseo y armonización desconocidas hasta el momento. Creó los fraseos octavados, los pasajes armonizados en terceras tocados con ambas manos, los “rezongos” con las notas graves, y con Juan Maglio Pacho, perfeccionó la técnica de las notas ligadas en el bandoneón. Todos elementos que se hicieron esenciales para el Tango.
Su lenguaje musical, como compositor y como instrumentista, era Tango puro, un lenguaje que la gente de los barrios del Río de la Plata entiende, un lenguaje que fluye sin esfuerzo como agua de manantial.
Su actuación era vibrante, brillante, simple, sin variaciones, muy matizada y colorida.
Como director, es posible identificar dos etapas de su trabajo. Desde 1911 hasta 1915, en el que sus formaciones son similares a las otras de la época, integradas por bandoneón, violín, flauta y guitarra. La guitarra es la base rítmica y los otros instrumentos tocan la melodía, aunque a veces todos tocan juntos en las partes que requieren más volumen sonoro. Escuchemos “El entrerriano” (Odeón 1913):
De 1917 a 1919, aunque algunas veces todavía podemos escuchar una guitarra, el piano se convierte en la médula espinal del ritmo, complementado por violines y violoncello, y, por supuesto, el bandoneón. Su ritmo es más “elástico” sin perder “polenta”, más versátil y con más flujo de sonido. Definitivamente mucho más avanzado que las orquestas contemporáneas a él. Escuchemos “Comme il faut” (Victor 1918):
En comparación con las otras orquestas que tocaron durante el mismo período, la de Arolas fue la que tocó más lento, como una forma de lograr más expresividad, cambiando el ritmo de 2/4 a 4/8, y cambiando el esquema rítmico:
Arolas, con su orquesta, abrió una amplia brecha a través de la cual se pudo vislumbrar el advenimiento de las formas más evolucionadas de la interpretación instrumental del Tango.
Como compositor, llevó al Tango a un nivel más elaborado con la fuerza de su originalidad. Según Osvaldo Pugliese, junto con Agustín Bardi (en nuestro próximo trabajo), es uno de los pilares del Tango. Su trabajo consiste en composiciones de belleza superlativa, inventiva sobresaliente y profundidad emotiva.
Desde sus inicios se enlistó en la tendencia del “Tango Criollista”, ubicado emocionalmente en el límite entre la ciudad y el campo (“La guitarrita”), pero gradualmente comenzó a adquirir acentos porteños, al tiempo que aumentaba la carga emocional de sus melodías, dejando de lado la quietud del campo y el olor ácido de los yuyos para compartir el dolor trágico de la ciudad.
Sus obras dan la sensación de que fueron escritas para ser interpretadas por futuras orquestas. Sus obras esperaron pacientemente a través de la evolución instrumental del género y la capacitación de los músicos de la Década de Oro para extraer de ellos toda su belleza latente.
Además de la música inspiradora que compartía con el mundo, también era muy buen mozo, tenía un gran carisma y siempre estaba muy bien vestido. Amaba todos los placeres de la vida, y mientras refinaba su gusto a medida que crecía artísticamente, adquirió más conocimientos sobre su profesión y comenzó a tocar en lugares de mayor calidad.
“Toda mi vida” por Aníbal Troilo y su Orquesta Típica, canta Francisco Fiorentino, 1941.
Anibal Troilo
Bandoneonista, director y compositor. (11 julio 1914 – 19 mayo 1975)
El bandoneón lo atrapó cuando lo escuchó sonar en cafés de su barrio. Tenía 10 años cuando convenció a la madre de que le comprara uno.
Fue uno de esos contados artistas que nos hacen preguntar qué misterio, qué magia produjo semejante comunión con el público.
Su primer contacto con el público fue a los 11 años, en un escenario próximo al Abasto, bullicioso mercado frutihortícola convertido hoy en un shopping center.
Una de ellas es contar con un bailarín de tango experimentado que te dé correcciones que son específicas a tu baile.
Otra, es bailar con un experto con muchos años de experiencia de baile.
Y hay muchas más.
En las clases grupales aprendés los aspectos sociales del Tango, te movés entre otras parejas, practicás ejercicios útiles, hacés amigos y comenzás a integrarte en la sociedad del Tango.
Sin embargo, no todos tienen los mismos objetivos con respecto al Tango, y esto es algo que se debe tener en cuenta en cuanto a las clases grupales.