Empezó en la niñez a cantar y acompañarse; ya de adolescente tomó curso de canto que lo hizo profesional en interminables giras por el interior argentino y el Uruguay.
Fue amigo de Gardel de los tiempos que aún la fama ni los rozaba, salió un día con él diciendo a los suyos: «¡Hasta luego!» y regresó a los dos meses.
¡En cuántas guitarreadas haciendo gorgoritos estuvieron que se olvidaron de volver!
Prolífico autor, en cambio no editó la gran cantidad de obras que hizo y sólo se salva del olvido “Tabernero (El tabernero)”.