Desde muy pibe asomó su vocación por tocar el piano y, así lo hizo, en el que estudiaba su hermana mayor que descubrió la predisposición de su hermano y se convirtió en su primera maestra.
Como a todos los músicos jóvenes que no han nacido en Buenos Aires, sentían atracción por la gran ciudad y llegó con unos amigos, en el año 1937.
Su primer trabajo fue de lujo, Elvino Vardaro lo incorporó para sus presentaciones en el Bar Germinal, de Corrientes 942, aún angosta, y en Radio Belgrano, donde el sexteto daba verdaderos conciertos de tango.
Más adelante, tocó con otros grandes músicos como Lucio Demare, Pedro Laurenz y Los Zorros Grises, entre muchos.
Nos dejó bellas composiciones como "A suerte y verdad" y "MIlonga antigua".