Fue un artista esencialmente popular, por su repertorio y por la atracción con el público, pero esa condición no significaba que fuera un intérprete menor, todo lo contrario, fue un muy buen cantor.
Hacía de todo, interpretaba cualquier cosa, pero cuando lo escuchamos haciendo tangos, su fraseo atenorado era afinado y tenía media voz.
Pese al clima festivo de la orquesta que lo acompañó casi toda su carrera, era un cantor pulcro y de buen gusto.