Conoció a Carlos Gardel y a José Razzano cuando andaba con Arolas allá por 1917, quien los presentó.
A los años, actuaba con su conjunto en el Maipú Pigall al que concurrían seguido Gardel y Razzano.
Una noche, los tres amigos se trabaron en discusión, pues los cantores sostenían que todo el que musicara una letra de la misma métrica de “Mano a mano” tenía que incurrir forzosamente en plagio musical.
Desde luego que Tuegols sostuvo lo contrario y, para fundamentar su opinión solicitó al letrista Armando Tagini que confeccionara un verso con dicha métrica, al que posteriormente musicó.
Cuando los cantores aparecieron en el salón, la orquesta estrenó la flamante obra.
—¡Qué tangazo, hermano! ¿De quién es...? —interrogó Gardel.
—Del contrabajista que lo cantó..., —repuso Tuegols.
—Decile que me dé un ejemplar que mañana se lo grabo.
—Mirá, la verdad es que el tango es mío, ¿sabés?, pero no te lo quise decir para que no me acusaras de plagio.
—¿Por qué? —inquirió Gardel.
—Porque este tango tiene la misma medida que tu “Mano a mano”.
Al día siguiente, el inolvidable cantor de Buenos Aires grababa “La gayola”.