Alberto Echagüe fue el cantor más importante de la orquesta de Juan D’Arienzo, el más taquillero, pero además, un caballero, un hombre de bien al que nunca la fama lo mareo y que, pese a los avatares de su carrera artística, supo formar una familia y ganarse el cariño de todos los que lo conocieron.
Cuando se lo permitía el vértigo de D'Arienzo, afloraba una voz sensible, por momentos dramática, que sabía contar eficazmente el relato de la letra.
En el año 1932, fue cantor de la orquesta de Ángel D'Agostino, actuando en el cabaret Casanova y en el Teatro París.
Es el propio D'Agostino quien le presenta a Juan D'Arienzo, que lo invita a Radio El Mundo a escuchar su orquesta.
Allí, se produce la chispa que enciende uno de los binomios más populares del cuarenta: D'Arienzo-Echagüe.
La relación del cantor con El Rey del Compás tuvo varias etapas, que se prolongan hasta el año 1975.