Un paso trascendental en la carrera de Nijensohn fue su ingreso en 1936 a la orquesta de Miguel Caló, en la que además de pianista fue arreglador.
Miguel Nijensohn no daba tregua a su lápiz: en las giras aprovechaba los largos viajes en tren para escribir las orquestaciones.
Su elemento era la música, a la que se dedicaba con seriedad.
Considerado un erudito en el ambiente, celebridades musicalmente iletradas le silbaban sus tangos para que él se los anotara y armonizara.
Como compositor alcanzó algunos éxitos, conquistados a través de grabaciones de Juan D'Arienzo, Miguel Caló, Carlos Di Sarli y otras orquestas.
Personaje muy popular en el ambiente del Tango, siempre conseguía algún intérprete para sus creaciones.