El propio Enrique Cadícamo nos cuenta en su libro "Mis memorias", que un día del año 1927 lo vino a buscar el Ratita Rafael Iriarte, con la noticia de que Visca tenía un tango nuevo y deseaba que le pusiera la letra.
Lo fue a ver al cine donde actuaba y luego de la función, en el mismo palco se lo hizo escuchar.
Le pareció que daba para un tema festivo y como era su costumbre escribió el «monstruo» (conjunto de palabras sin sentido pero que llevan la medida del ritmo de la melodía y facilitan recordarla, cuando llega el momento de los versos definitivos).
La inspiración en este caso le llegó al recordar a un personaje que frecuentaba el Café Paulista del barrio de Flores y al cual los parroquianos llamaban Purapinta, así nacieron los versos de “Compadrón”.