Si hay una semilla de una bailarina o un bailarín en el suelo de tu existencia, vas a sentir una especie de náusea, en diferentes grados, si tenés que probar alguna de estas formas de consumir tu tiempo. Podés medicarte, tomar alcohol, abusar de drogas o involucrarte en cualquier adicción, o podés negar tu cuerpo y volverte extremadamente religioso o intelectual, convirtiéndote en una estatua viviente, un discapacitado por elección. O tal vez elijas tener una relación modulada con tu cuerpo, como ir al gimnasio, seguir las instrucciones de un entrenador, trabajar en tus cuádriceps hoy, en tus bíceps mañana, en tus abdominales el día siguiente, y así sucesivamente, terminando con un cuerpo que es una colección de partes que luchan por llegar a un acuerdo.
Tal segmentación de tu cuerpo corresponde con una segmentación paralela de cada aspecto de tu vida.
Es por eso que no tenés que ver al Tango como una forma de terapia. La terapia no encaja en el Tango. En el Tango, como forma de existencia, no hay separaciones de tu persona en múltiples secciones: un ámbito físico, uno psicológico y uno espiritual. Desde el punto de vista del Tango no hay separación entre estos ámbitos. Entonces, la psicoterapia, la religión y el ejercicio en el gimnasio no parecen relevantes para un milonguero.
No hay aproximaciones hacia este objetivo. Es un juego a todo o nada.
Tus maestros son tu primera fuente para eso. Preguntales. Armá tu propia colección de música de tangos de la época dorara, que es la música que se toca en las milongas, y la música que se tocaba para bailar durante el tiempo en que la mayoría de la población de Buenos Aires y otras grandes ciudades de Argentina bailaban Tango. Esa es la música que escuchás en nuestras clases.
Estamos creando una biblioteca de música de Tango en nuestro sitio web.
Si aprendés el idioma francés, por ejemplo, tiene sentido ir a Francia y hablar el idioma allí. Ahí es donde sentirás la multidimensionalidad del lenguaje con todo tu ser. Puede que te guste tanto la cultura francesa que decidas mudarte allí o viajar allí a menudo, en cualquier momento que tengas la oportunidad, y en este proceso haces muchos amigos en Francia, lo que a su vez hace que quieras viajar allí con más frecuencia.
Así es como te volvés Tango: yendo a las milongas de Buenos Aires regularmente. Aprender un idioma y una cultura para visitarlo solo una vez es incongruente, en el mejor de los casos.
Tendré el honor de presentarte a la comunidad de milongueros de Buenos Aires, una comunidad a la que me siento honrado de pertenecer. Actualmente voy a Buenos Aires dos veces al año, en primavera y otoño, acompañado por un grupo de mis alumnos. Les muestro la ciudad de Buenos Aires, los llevo a clases con mis maestros y colegas y los llevo a las milongas donde soy habitué.
Continúo la tradición de pasar la antorcha del Tango de la misma manera en que mis maestros fueron introducidos al Tango en su época, llevando a mis alumnos a donde yo voy regularmente y compartiendo con ellos mi conocimiento y pasión por el Tango.
Y cuando no estoy en Buenos Aires, mis amigos y colegas de la Escuela de Tango de Buenos Aires, que es mi familia, te van a acompañar gustosos a las milongas.
No bailás Tango porque conocés los movimientos de una coreografía. Bailás Tango si te ponés a vos mismo como eslabón en la cadena del Arte del Tango a través del tiempo, conociendo y aprendiendo de los mejores bailarines que ha producido Tango, de los milongueros.
Tenés que darte cuenta de la responsabilidad de cuidar y transmitir este Arte hacia el futuro, no necesariamente enseñándolo, sino fundamentalmente siendo un gran bailarín, enseñándolo con tu ejemplo.
Dirección: Junín 145 Buenos Aires, Argentina.
TEL: +54 (9 11) 7537-5663
WhatsApp: +54 9 11 3700-0485
Email: info@escuelatangoba.com