En el barrio de Almagro nació quien sería el gran cantor Oscar Larroca.

En 1951, se produce un hecho, que permite el desarrollo y la definitiva consagración de Oscar.

Un violinista de la orquesta de Alfredo De Angelis, atraído por el color de su voz abaritonada, su buena afinación y su dicción, con el agregado de la pinta de galán, lo presenta al maestro De Angelis quien lo contrata al instante.

Oscar, logra una rápida adaptación al estilo de la orquesta.

En poco tiempo, logra ganarse el cariño del público admirador de la llamada “Orquesta de la juventud”, como se la conocía a la de De Angelis.

Poco tiempo después grabaría el tango que le abrirá las puertas de toda Latinoamérica: “Volvamos a empezar”.

Su fama de buen cantor motiva su primer contrato para grabar discos en la empresa Victor, entre 1911 y 1912. Son diez temas criollos.

Un par de años después registra su voz en los discos de marca ERA.

Viene luego la etapa de su conjunción artística con Carlos Gardel, de la cual decantaría el famoso dúo Gardel-Razzano. 

Brindaba José Razzano una espléndida voz de tenor, de perfecta afinación, que amalgamaba perfectamente con el registro de Gardel. 

El triunfo y la popularidad de Gardel-Razzano no conoce límites.

Trabajan intensamente. Viajan a Uruguay, Brasil, Chile y España hasta que, al llegar 1925, Razzano, con su garganta seriamente afectada deja de cantar. 

El mayor éxito de Héctor Bonatti es “Hacelo por la vieja”.

Sus actuaciones más destacadas, brillantes podríamos decir, las realizó con Ivo Pelay y Francisco Canaro en las comedias musicales.

Actuó también en el cine.

Bonatti nació en Buenos Aires el 11 de febrero de 1902 y allí falleció el 13 de setiembre de 1961.

“Es posible que mi tango más exitoso haya sido “Zorro gris”, se me ocurrió viajando en tranvía yendo para la casa de mi madre.

Una vez allí lo escribí de un tirón. A los pocos días, lo estrené con mi conjunto en el Café La Paloma, gustó mucho y enseguida comenzaron a copiarlo.

Era por 1920 y por entonces, el cobro de los derechos de autor sumaba deficiencias. Cada noche que lo tocaba, veía a alguno, indudablemente conocedor de música, que realizaba sobre papel pentagramado la notación musical. Yo lo iba a editar con la Casa Breyer, pero de esta manera saldrían antes las copias piratas.

Ocurría con muchos tangos, no sólo conmigo, pero tuve una buena ocurrencia, ponerle letra. Un amigo me presentó a un muchachito poeta y muy rápido, me entregó la historia, debe haber sido el primer trabajo de Francisco García Jiménez.”