A fines de la década del 30, gran parte de los ejecutantes no estaban a la altura de lo que el Tango empezaba a reclamar de ellos.
Ésta fue, precisamente, la oportunidad histórica que le permitió a Kaplún quedar como como el iniciador del virtuosismo violinístico en el Tango.
Kaplún poseía notables aptitudes técnicas, evindente en pasajes solistas con dificultades tales que exigían al máximo su gran destreza interpretativa.
Además de tocar el violín, Raúl Kaplún contribuyó al Tango con grandes composiciones.